(Genesis 3:15)

Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.

Cómo se desenmascara a la descendencia de la Serpiente?

“Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella.” (GÉNESIS 3:15.)

JEHOVÁ es el Dios feliz, y con razón. Es el máximo Dador de cosas buenas, y nada hay que pueda frustrar sus propósitos. (Isaías 55:10, 11; 1 Timoteo 1:11; Santiago 1:17.) Él quiere que sus siervos participen de su gozo y para ello les da sólidas razones. Por consiguiente, en uno de los momentos más sombríos de la historia humana —la rebelión en Edén— asentó las bases para que pudiéramos mirar al porvenir con confianza. (Romanos 8:19-21.)

2 Uno de los hijos espirituales de Jehová acababa de convertirse en Satanás el Diablo por haberse opuesto a Dios y haberlo calumniado. Los primeros humanos —primero Eva y después Adán— habían cedido a su influjo y transgredido la clara ley que Jehová les había dado. Con justicia fueron condenados a muerte. (Génesis 3:1-24.) Sin embargo, al emitir la sentencia contra los rebeldes, Jehová colocó un fundamento para que la progenie de Adán y Eva tuviera esperanzas. ¿De qué manera? Según leemos en Génesis 3:15, Jehová dijo: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón”. Esta profecía contiene la clave para entender toda la Biblia, así como los sucesos pasados y presentes que afectan al mundo y a los siervos de Jehová.

Significado de la profecía

3 A fin de comprender la importancia de la profecía, examinemos sus diversos elementos. El destinatario del mensaje de Génesis 3:15 es la Serpiente: no el humilde animal, sino el personaje que se valió de él como instrumento. (Revelación [Apocalipsis] 12:9.) “La mujer” no es Eva, sino la organización celestial de Jehová, la madre de sus siervos ungidos con espíritu en la Tierra. (Gálatas 4:26.) La “descendencia” de la Serpiente es la descendencia, o prole, de Satanás, formada por demonios, hombres y organizaciones humanas que manifiestan características como las de él y muestran enemistad a la “descendencia” de la mujer. (Juan 15:19; 17:15.) La “descendencia” de la mujer es principalmente Jesucristo, quien fue ungido con espíritu santo en 29 E.C. Los 144.000, que ‘nacen de nuevo del agua y del espíritu’ y heredan el Reino celestial con Cristo, constituyen la parte secundaria de esta simiente prometida. Su incorporación a la descendencia de la mujer comenzó en Pentecostés del año 33. (Juan 3:3, 5; Gálatas 3:16, 29.)

4 La serpiente literal de Edén fue utilizada como portavoz por aquel cuyo engaño propició que la humanidad perdiera el Paraíso. Génesis 3:15 apunta al tiempo en que se aplastará al manipulador de la serpiente y se reabrirá el camino para que los seres humanos que sirven a Dios habiten el Paraíso, libres del pecado y la muerte. ¡Cuánto gozo habrá entonces! (Revelación 20:1-3; 21:1-5.)

5 Tras la rebelión en Edén comenzaron a aparecer individuos y organizaciones con las mismas cualidades de Satanás el Diablo: rebeldes, mentirosos, calumniadores y asesinos, opuestos a la voluntad de Jehová y a sus adoradores. Tales cualidades identificaron a la prole, o hijos espirituales, del Diablo. Entre ellos figuró Caín, que asesinó a Abel porque Jehová prefirió la adoración de este a la suya. (1 Juan 3:10-12.) Nemrod, cuyo mismo nombre lo identificaba como un rebelde, vino a ser un poderoso cazador y gobernante opuesto a Jehová. (Génesis 10:9.) Además, hubo una sucesión de reinos antiguos, como fue Babilonia, con sus religiones auspiciadas por el Estado y cimentadas en la falsedad, que oprimieron cruelmente a los adoradores de Jehová. (Jeremías 50:29.)

“Enemistad entre ti y la mujer”

6 Durante todo ese tiempo existió enemistad entre la Serpiente y la mujer de Jehová, entre Satanás el Diablo y la organización celestial de criaturas espirituales leales de Jehová. La enemistad de Satanás se puso de manifiesto en su desafío a Jehová y en sus intentos por perturbar a su organización celestial, incitando a los ángeles a que abandonaran su debida morada. (Proverbios 27:11; Judas 6.) Se hizo patente cuando utilizó a sus demonios para estorbar a los mensajeros angélicos de Jehová. (Daniel 10:13, 14, 20, 21.) Y se evidenció de manera excepcional en este siglo XX cuando procuró destruir el Reino Mesiánico en el momento de su nacimiento. (Revelación 12:1-4.)

 

7 La mujer de Jehová, es decir, el cuerpo de ángeles leales, también mostró enemistad a la Serpiente simbólica. Satanás había mancillado el buen nombre de Dios con sus calumnias, había puesto en entredicho la integridad de cada una de Sus criaturas inteligentes, incluidos todos los ángeles, y buscaba con afán quebrantar la lealtad de estas a Dios. (Revelación 12:4a.) Los ángeles, querubines y serafines leales no podían menos que aborrecer al que se había hecho a sí mismo Diablo y Satanás. Con todo, han esperado que Jehová resuelva los asuntos a su tiempo y manera. (Compárese con Judas 9.)

Hostilidad hacia la Descendencia de la mujer de Dios

8 Entretanto, Satanás anduvo a la caza de la prometida Descendencia de la mujer, aquel de quien Jehová había dicho que magullaría a la Serpiente en la cabeza. El anuncio que hizo un ángel del cielo de que Jesús, nacido en Belén, era el “Salvador, que es Cristo el Señor”, confirmó plenamente que este sería la prometida Descendencia de la mujer. (Lucas 2:10, 11.)

9 La fiera enemistad de Satanás pronto se manifestó cuando hizo que ciertos astrólogos paganos emprendieran una misión que los llevaría primero ante el rey Herodes, en Jerusalén, y luego al domicilio del niño Jesús y su madre, María, en Belén. Poco después, Herodes mandó matar a los niños menores de dos años de Belén y sus alrededores. Su acción demostró odio satánico a la Descendencia. Por lo visto, él sabía perfectamente que aquel cuya vida intentaba segar habría de ser el Mesías. (Mateo 2:1-6, 16.) La historia da fe de que Herodes fue un hombre inescrupuloso, astuto y sanguinario: un auténtico integrante del linaje de la Serpiente.

10 Después de que Jesús fue ungido con espíritu santo, en el año 29, y Jehová lo reconoció desde el cielo como su Hijo, Satanás procuró repetidamente hacer que sucumbiera a la tentación a fin de frustrar el propósito de Jehová referente a su Hijo. (Mateo 4:1-10.) Ante su fracaso, el Diablo utilizó de nuevo a agentes humanos para lograr sus objetivos. A fin de desacreditar a Jesús, se valió, entre otros, de los jefes religiosos hipócritas; estos recurrieron a la mentira y la calumnia, los mismos ardides que usa el propio Satanás. Cuando Jesús dijo a un paralítico: “Cobra ánimo, […] tus pecados te son perdonados”, los escribas, sin esperar a ver si el hombre era sanado, condenaron a Jesús como blasfemo. (Mateo 9:2-7.) Cuando curó a la gente en sábado, los fariseos lo denunciaron por violar la ley sabática y celebraron consejo para buscar el modo de eliminarlo. (Mateo 12:9-14; Juan 5:1-18.) Cuando expulsó los demonios, los fariseos lo acusaron de ser un aliado de “Beelzebub, el gobernante de los demonios”. (Mateo 12:22-24.) Muchas personas creyeron en Jesús a causa de la resurrección de Lázaro; en cambio, los principales sacerdotes y los fariseos volvieron a celebrar consejo para ver cómo darle muerte. (Juan 11:47-53.)

11 Aunque sabía bien lo que tramaban, Jesús entró sin temor en el recinto del templo de Jerusalén el 11 de Nisán del año 33, y desde allí los condenó en público. Puesto que, como colectividad, los escribas y fariseos habían demostrado sistemáticamente qué clase de personas eran, Jesús les dijo: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cierran el reino de los cielos delante de los hombres; pues ustedes mismos no entran, ni permiten entrar a los que están entrando”. Jesús los identificó inequívocamente como parte de la descendencia de la Serpiente al decirles: “Serpientes, prole de víboras, ¿cómo habrán de huir del juicio del Gehena?”. (Mateo 23:13, 33.) El lenguaje de Jesús recuerda el de la profecía de Génesis 3:15.

12 Cuando oyeron las palabras de Jesús, ¿sintieron remordimiento e imploraron la misericordia divina? ¿Se arrepintieron de su iniquidad? No. Marcos 14:1 informa que al día siguiente, en una reunión celebrada en el patio de la casa del sumo sacerdote, “los sacerdotes principales y los escribas buscaban cómo [prender a Jesús] mediante un ardid astuto, y matarlo”. Siguieron manifestando el espíritu asesino de Satanás, a quien Jesús había llamado anteriormente homicida. (Juan 8:44.) Pronto se les sumó Judas Iscariote, al que Satanás indujo a apostatar. Judas abandonó a la intachable Descendencia de la mujer de Dios y se unió a la descendencia de la Serpiente.

13 Temprano en la mañana del 14 de Nisán, los miembros del tribunal religioso judío llevaron preso a Jesús ante el gobernador romano. En esta ocasión fueron los principales sacerdotes quienes tomaron la iniciativa en gritar que lo clavaran al madero. A la pregunta de Pilato: “¿A su rey fijo en un madero?”, fueron ellos los que contestaron: “No tenemos más rey que César”. (Juan 19:6, 15.) En efecto, probaron por todos los medios que formaban parte de la descendencia de la Serpiente. Y por cierto que no estaban solos, pues el relato inspirado de Mateo 27:24, 25 dice: “Pilato cogió agua y se lavó las manos delante de la muchedumbre”. Entonces, todo el pueblo dijo: “Venga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos”. Así, muchos judíos de aquella generación se identificaron como parte de la descendencia de la Serpiente. Antes de que declinara el día, Jesús había muerto. Mediante su simiente visible, Satanás había magullado en el talón a la Descendencia de la mujer de Dios.

14 ¿Obtuvo Satanás la victoria? ¡De ninguna manera! Jesucristo había vencido al mundo y su gobernante. (Juan 14:30, 31; 16:33.) Guardó lealtad a Jehová hasta morir. Su muerte como humano perfecto proporcionó el rescate para recobrar el derecho a la vida que Adán había perdido, abriendo así el camino a la vida eterna para quienes ejercieran fe en dicha provisión y obedecieran los mandatos divinos. (Mateo 20:28; Juan 3:16.) Jehová resucitó a Jesús a la vida inmortal en el cielo. Al debido tiempo de Jehová, Jesús aplastará a Satanás, borrándolo de la existencia. En Génesis 22:16-18 se profetizó que Jehová favorecería a todas las familias de la Tierra que tomaran las medidas pertinentes para bendecirse mediante esta Descendencia leal.

15 Después de la muerte de Jesús, los cristianos ungidos con espíritu continuaron desenmascarando a la descendencia de la Serpiente, como había hecho su Señor. Movido por espíritu santo, el apóstol Pablo previno contra “el hombre del desafuero”, cuya presencia sería “según la operación de Satanás”. (2 Tesalonicenses 2:3-10.) Este “hombre” colectivo resultó ser el clero de la cristiandad. La descendencia de la Serpiente, por su parte, ha perseguido con saña a los seguidores de Jesucristo. En la profecía de Revelación 12:17, el apóstol Juan predijo que Satanás continuaría en guerra contra los restantes de la simiente de la mujer de Dios hasta nuestro tiempo, y eso es exactamente lo que ha ocurrido. En muchos países a los seguidores de Jehová se les ha proscrito, los han atacado las turbas, se les ha encarcelado o recluido en campos de concentración por apoyar firmemente el Reino de Dios y Sus justos caminos.

Se desenmascara hoy a la descendencia de la Serpiente

16 Los verdaderos cristianos, a imitación de Jesucristo, no han cejado en sus audaces esfuerzos por desenmascarar a la Serpiente y su descendencia. Cuando los líderes políticos adquieren el hábito de recurrir a la falsedad para engañar al pueblo, de no respetar lo sagrado de la sangre y de oprimir a los siervos de Jehová (mostrando así aversión a la simiente de la mujer de Dios), de seguro se identifican como parte de la descendencia de la Serpiente. Lo mismo es cierto con respecto a los traficantes que, sin ningún cargo de conciencia, mienten para obtener ganancias económicas y fabrican o venden productos que se sabe causan enfermedades.

17 No todas las personas contaminadas por la religión, la política o el comercio mundanos se contarán finalmente como parte de la descendencia de la Serpiente. Algunos de estos hombres y mujeres admiran a los testigos de Jehová, usan su influencia para ayudarlos y en su debido momento abrazan la adoración verdadera. (Compárese con Hechos 13:7, 12; 17:32-34.) A todos ellos se les hace la siguiente invitación: “Y ahora, oh reyes, ejerzan perspicacia; déjense corregir, oh jueces de la tierra. Sirvan a Jehová con temor y estén gozosos con temblor. Besen al hijo, para que Él no se enoje y ustedes no perezcan del camino, porque su cólera se enciende fácilmente. Felices son todos los que se refugian en él”. (Salmo 2:10-12.) Efectivamente, es imperioso que los que desean obtener el favor de Jehová actúen ahora, antes de que el Juez celestial cierre la puerta de la oportunidad.

18 Solo los integrantes del Reino celestial, un número reducido, forman parte de la descendencia de la mujer. (Revelación 7:4, 9.) No obstante, hay una gran muchedumbre de millones de otras personas que, como adoradoras de Jehová, ansían vivir eternamente en una Tierra paradisíaca. De palabra y de obra dicen a los ungidos de Jehová: “Ciertamente iremos con ustedes, porque hemos oído que Dios está con ustedes”. (Zacarías 8:23.)

Fuente(s):

Revista La Atalaya del 01/06/96