
La prensa vendió que Ratzinger perdonaba a su secretario, le amnistiaba y le enviaba a casa. Y ahora, pocas semanas después, dimite, con razones poco creíbles cuando la gerontología le mantiene en mejor estado que a cualquiera de sus centenares de antecesores.
Ratzinger no huye, lo echan.
Llegó al Vaticano de la mano del genocida Wojtyla, el del atentado con el mismo guión de Reagan, protector de Maciel el violador de sus propios hijos y fundador de la secta criminal de los Legionarios de Cristo y de miles de pederastas y violadores, y con fama de ser un reaccionario, inmoral, colaborador con la mafia y protector de pederastas como su propio hermano, abusador del Coro de los Gorriones austríaco.
Durante su mandato, en la misma línea corrupta, han salido al descubierto sus conexiones con la mafia y el blanqueo de dinero del narcotráfico, la prostitución y el crimen organizado, la fortuna y acciones en compañías farmacéuticas y fábricas armas como Beretta, la de la mafia, o su continuada protección – a pesar de las disculpas cara a la galería de sus creyentes – los crímenes y violaciones de niños y niñas o la explotación de trabajadoras desde EE.UU. e Irlanda hasta Alemania, Holanda y Australia, sumando decenas de miles de casos y implicando desde cardenales hasta obispos y todas sus sectas, desde los maristas a los salesianos, pasando por los jesuitas y el Opus Dei.
E incluso en el comercio con niños robados en la España nazional católica, con monjas que se mueren sin papeles cuando más conviene, y siempre bajo la protección de un sistema político y judicial tan corrupto y criminal como la propia secta que lo nutre.
El último Papa que renunció fue Gregorio XII (1406-1415), que vivió el llamado Cisma de Occidente, en la que coincidieron tres papas a la vez:
además de Gregorio XII, el Papa de Roma, Benedicto XIII, el Papa de Aviñón, y el llamado «antipapa» Juan XXIII.
Ratzinger deja el soleo vaticano hundido en la más negra de las situaciones, bajo investigación judicial por sus nexos y crímenes con la mafia y arruinada por los miles de millones que han pagar en indemnizaciones a los que fueron abusados, violados y torturados por sus protegidos.
Roberto Calvi, lejos de ser un simple banquero corrupto al que la mafia asesinó porque le debía dinero, es un nudo donde se entrecruzan los múltiples mecanismos de intervención norteamericanos sobre el viejo continente, y las antiguas alianzas plutocráticas entre organizaciones con un mismo interés compartido: Poder y Capital.
Ahora que el monto del escándalo pedofílico eclesiástico y la connivencia y complicidad de las más altas jerarquías quedan en evidencia, la respuesta vaticana es similar a la de aquellos sucesos en que las finanzas del estado católico quedaron visible y palmariamente unidas a las de la mafia, la CIA, la organización fascista Gladio y la muerte del cardenal Luciani, Juan Pablo I.
Fueron los mismos años en que alcanzaron el máximo poder Karol Wojtylla yJoseph Ratzinger, desde su sede cardenalicia en Baviera, y en que el Opus Dei se estableció como la más influyente secta entre la curia.
http://eptvida.blogspot.com/2013/05/la-razon-oculta-de-la-dimision-de.html